»La vida se puede explicar en términos de moléculas. Somos genes que codifican proteínas». Pr. Carlos López-Otín

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Ésta, que estudia, ha llegado al alcance de Parménides de Elea, a quien desarrollaremos en estos mismos comentarios, teniendo en cuenta las siguientes premisas: existe una vía de la verdad y existe la vía de la doxa, la opinión, la  conjetura humana .Voy y vengo del siglo V a.C. a los albores de la era genómica, que como ciudadana son la época en la que viví. ¿Y por qué hablar en pasado? ¿Por qué no decir vivo? Es una cuestión de creencias (doxa), de en qué y en quién depositar, la fe no exactamente, la concepción. A mí me gusta enfocar cualquier asunto a través de la mentalidad más equilibrada que conozca. Sucede que con esto de la entrada en la era genómica, detectábamos en el estudio anterior… una tendencia, de ciertos sectores del mundo de la Ciencia, a inclinarnos a pensar que la especie humana ha comenzado a recorrer el camino hacia la inmortalidad, y que la posibilidad de que el hombre pueda ser rejuvenecido no es tan absurda, primero actuó la cirugía estética, luego escuchamos hablar de los telómeros y la telomerasa; »ayer», yo en concreto, de las células madre pluripotenciales.

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En el umbral de Parménides se habla de una diosa. Esta diosa es la vida en sí. Pero lo es hoy, aquí, ahora, tan sólo después de encontrarme con ella, a través del <<Poema del Ser>>.

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Pr. Carlos López-Otín entrevistado por dos jóvenes asturianos

(o el lado humano de la Ciencia)

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La biología molecular trata de explicar objetivamente la vida por medio de estudios moleculares. Durante muchos años la biología fue una ciencia puramente descriptiva; ciencia que observa, analiza e interpreta pero en la que existía una dimensión adicional; hasta que hace unos sesenta  años, dos científicos,  el biólogo americano James D. Watson y el biofísico británico Francis Crick, descubrieron la estructura en doble hélice de una molécula que a todos nos une, el ácido desoxirribonucléico, abreviado DNA – y así  da comienzo  esta  explicación del  Pr. Carlos López-Otín, una entidad de reconocido prestigio internacional,  y a quien  yo me limito a transcribir, partiendo de su labor divulgativa a través de los medios de comunicación, pero a quien te recomiendo, por experiencia, que dirijas esta atención ya que,  de algún modo y en cierta medida y debido a los conocimientos que él nos comparte, ésta que escribe ha logrado mejorar sus expectativas con respecto a la enfermedad y al sistema sanitario y, principalmente, su calidad de vida.  El concepto clave será el de la armonía molecular.

<<El ADN es un tipo de ácido nucleico, una macromolécula que forma parte de todas las células. Contiene la información genética usada en el desarrollo y el funcionamiento de los organismos vivos conocidos y de algunos virus>>

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Excelente para intento de comprensión del ADN

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Y esta estructura en doble hélice inauguró una nueva disciplina, la biología molecular. Y la biología molecular es lo que aspira a explicar la vida en términos de estructuras de las funciones y de las transformaciones de unas pocas macromoléculas biológicas, los ácidos nucleicos, las proteínas. Es lo que somos y las enfermedades surgen cuando estas moléculas funcionan de manera inadecuada y, por tanto, si logramos entender estos procesos explicaremos la vida y, tal vez, lograremos corregir las enfermedades que nos abruman. La química ha tenido la capacidad de conectar dos mundos: el más simple de los átomos y el de las moléculas.

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Al Profesor le gusta decir que venimos al mundo no como una página en blanco sino orientados por esa brújula que son nuestros genes (los genes son secciones de ácido desoxirribonucleico), los genes que nos han transmitido nuestros progenitores, y donde, básicamente, está  contenida la información de lo que somos y, en parte, de lo que seremos; nuestras capacidades y nuestras debilidades están escritas ahí. Lo que sucede es que la vida de las moléculas, como nosotros mismos, está interaccionando con el ambiente. Y el ambiente es cambiante. Eso ha obligado a la biología molecular a establecer una dimensión adicional a este lenguaje de la vida. Y a esa dimensión adicional la ciencia le ha estipulado el nombre de epigenética. Es decir, un poco más allá de los genes, de la genética, está la epigenética, que nos indica como se expresa la información contenida en los genes. Dicho de otra manera, si nuestro genoma es una sucesión de moléculas pequeñas que llamamos nucleótidos, de los que en cada una de nuestras células tenemos 3.000 millones (3.000 mil millones de nucleótidos es lo que constituye nuestro DNA, y también el de una mosca, y de un gusano, para que no pensemos que nuestro DNA es lo máximo; por ejemplo, las cebollas tienen 6 0 7 veces más DNA que nosotros), si la genética son las letras de un diccionario de la vida, la epigenética serían los acentos, las pausas, las dieresis, lo que de alguna manera vamos modificando en el transcurso de nuestra vida.

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Entonces, yo me pongo en tu lugar, lector, y me planteo: <<Si un »lingüista» leyera estas indicaciones del Profesor, no le quedaría duda alguna de la importancia capital de lo que aquí se nos está tratando de hacer ver>>. Pero muchos de nosotros no sabemos explicarnos, ni redactar con la debida corrección para que otros nos entiendan, quizá porque ni nosotros mismos nos llegamos a entender… y  leemos esto o aquello,  que bien expresan los que saben, pero no nos hacemos una idea aproximada de lo que con ello se nos quiere comunicar.  Entonces, te propongo la siguiente »metáfora» que algún día yo también escuché en alguna otra parte:

Un músico compone una partitura, ¿de acuerdo? Ésta es música para la música igual que genes son genes para la vida. La partitura existe en sí, las notas ahí están escritas y es realizable en cualquier momento y por cualquiera que sepa interpretarlas. Pero, ¿cuál es el factor determinante en el concierto al que nosotros asistimos a envolvernos con ella? ¿Será lo mismo si ante nosotros se encuentra en el escenario, únicamente, un pianista, que si se trata de toda una orquesta? La función del director de orquesta, eso ejemplifica el factor medioambiental (al que todos estamos sometidos, por el clima mismo,  por el ánimo de nuestro jefe o de nuestro compañero o pareja o …) Ahora los fagot, allá que se escuchen los violines, y en este preciso instante, tú que tienes en tus manos un instrumento nuevo, nunca oído, nunca visto, por el compositor de la partitura, vas a intervenir también y te sumas al conjunto. Así que si te decides a cambiar tu medio-ambiente: a través de una mudanza, a través de la sanidad de tus relaciones,  a través de tus hábitos alimenticios y costumbres, de alguna sustancia, etc., estarás influyendo en tu material genético. Genes que no estaban siendo expresados, quizá porque hayan sido inhibidos, comenzarán a expresarse; lo contrario también, otros se desactivarán.

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Excepcional para sensibilizarnos con respecto a esto…

ARVO PART –  Für Alina –

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Otro ejemplo, éste científico, que a mí me ayudó a tomar conciencia de lo relevante de la comunicación inconsciente a nivel genético, fue el caso de un grillo francés.  Los grillos no se suicidan en las piscinas pero estos grillos, a veces centenares de ellos, si lo hacían, sus cadáveres aparecían flotando algunas mañanas en las piscinas. Bueno, ¿y esto por qué sucedía? El grillo había sido parasitado por una especie de gusano. El gusano se desarrollaba dentro del organismo del grillo, y para que nos hagamos una idea: este gusano en el interior del grillo, en su estado de madurez, alcanza las proporciones equivalentes a como si a nosotros nos introdujeran una manguera de diez metros en el estómago.  A partir de ahí el gusano tenía que liberarse pero necesitaba el medio del agua para ello, así que los genes del gusano tomaban el control de los genes  del grillo, y confundiendo su conducta lo dirigían hasta la fuente de agua más próxima. Y si trasladas esto a tu existencia humana, las implicaciones en las que te hace pensar varían en función de cómo es tu vida actual y cómo ha sido y cómo deseas que sea… y entonces descubres que algo puedes hacer al respecto de casi todo.

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Epigenética MANEL ESTELLÉS

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EL CONOCIMIENTO ES LO QUE MARCA EL RITMO

Para llegar aquí, hoy, todos los que estamos aquí, hemos empleado 3.800 millones de años, que es el tiempo que ha transcurrido desde que se formó la primera célula de la que todos derivamos. Todos los seres vivos,que hoy habitan este planeta derivan de esa primera célula, simbólica de alguna manera pero también real.  Y a pesar de los avances de la biología molecular y la medicina somos vulnerables y seguiremos siéndolo.  Tenemos  más armas para luchar contra las enfermedades hereditarias pero a veces me sorprende la ignorancia de la sociedad.

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El Profesor piensa que:

No existe nada que nos una más  que la propia debilidad ante la enfermedad. Y cuando llega  la enfermedad es cuando nos preocupamos de cosas que hasta entonces nos han pasado desapercibidas y pensamos: »El cáncer es una enfermedad grave pero a mí no me va a tocar»

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Y cuando sabes que probablemente a uno de cada tres nos va a tocar alguna vez en la vida, entonces quizá te empieces  a preocupar; ya que hasta ahora decías para ti: »que se preocupen los médicos, que se preocupen los científicos’‘. Y normalmente esto, la enfermedad, nos interesa cuando ya ha llegado pero hay que preocuparse antes por las cosas, en invertir, en mirar hacia el futuro y esto es lo que hace la Ciencia.

Aunque la Ciencia tampoco es ajena a la visibilidad mediática. Hay grandes centros de investigación, que utilizan sus gabinetes de comunicación para difundir sus hallazgos, sean o no sean relevantes. La Ciencia en el primer sitio que se debe discutir es en las revistas científicas. Ese es el foro y después transmitirlo a la sociedad, que es la que nos sostiene, y la que debe estar informada de todos nuestros hallazgos. Pero siempre con una perspectiva modesta y con unas dimensiones razonadas, para evitar las exageraciones.

La ciencia está tan mezclada en sus disciplinas que casi no hay fronteras. En nuestro laboratorio no distinguimos entre biólogos, químico o médico; de hecho, el último que se ha incorporado para hacer su tesis es un ingeniero para analizar la información porque había mucha.
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Carlos nos presenta a su maestra antes de una de las  conferencias de  la científica

MARGARITA SALAS, el rigor de la disciplina

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¿QUÉ ES LO QUE NOS HACE HUMANOS?

Esa es la gran pregunta que tratamos de solucionar en el laboratorio.

Carlos López-Otín, su pareja, la razón por la que disfrutamos de  él en Asturias, ya que se conocieron estudiando la carrera en Madrid y ella, Gloria Velasco, era de Avilés, y,  junto con otra amiga, acercaron al Profesor a la playa de Salinas y cuanto éste la vio sintió que había encontrado su lugar en el Mundo… Precioso, ¿no?  Pues bien, Carlos, Gloria y el resto de los integrantes del equipo de su laboratorio, participaron en la secuenciación del genoma del chimpance (2005), con el que compartimos el 99% de la esencia molecular.

Este trabajo es uno de los hitos de la biología. Ese era el año de Darwin, y en ese trabajo se demostraron molecularmente muchas de sus ideas ciento cincuenta años más tarde.

Y a la pregunta de lo que nos hace humanos, si comparamos nuestro genoma con el primate más próximo en la escala evolutiva, y con el que compartimos un ancestro hace seis o siete millones de años, en esos millones de años, sólo hemos cambiado un uno por ciento. Uno puede pensar, a veces, que un uno por ciento es algo realmente importante, porque nosotros hemos secuenciado su genoma y el nuestro, y ellos ven como pasa la vida.

Elaboramos una lista de los genes diferenciales, genes que nosotros hemos incorporado a nuestro genoma y que ellos no han incorporado y, también al revés, que ellos poseen y que nosotros hemos perdido.

Me interesa, en la vida, la hipótesis formulada, en primer lugar por la arquitectura minimalista, que trataba de contener los espacios y los excesos, donde (- ) es (+). Y en la vida, a veces, también hemos tenido que eliminar genes, y a veces en gran número, para poder progresar en el camino, aparentemente adecuados, que nos han llevado hoy aquí, y que nos han llevado a otros sitios. Hay una lista de genes pequeña. Pongamos que 100 o 200 genes que son distintos y eso es nada realmente.

Lo que sí pensamos que dirige las diferencias son los mecanismos de regulación, la misma información es interpretada de manera distinta, una plasticidad distinta; probablemente nosotros hemos aprendido, o el azar nos ha llevado, a interpretar esa misma información con un grado de mayor riqueza. Y probablemente eso nos ha hecho desarrollar capacidades que otros no tienen. También cualquier ser vivo tiene capacidades que nosotros no tenemos. Hay que poner las cosas siempre en su sitio.

Y finalmente está lo que llamamos el lado oscuro del genoma. Hasta hace dos o tres años, todos los estudios se centraban en una parte de genoma que es la que codifica proteínas.

Nosotros somos genes, los genes codifican proteínas y las proteínas desarrollan todas las funciones biológicas. Desde sostenernos de pie, a hacer la digestión de los alimentos, o ver el mundo, lo que nos rodea; todo eso lo hacemos con proteínas codificadas en los genes. Bueno pues ésta es la ecuación de la vida.

Pero más allá de estos genes codificantes de proteínas, hay grandes espacios en el genoma que eran como desiertos desconocidos. Y en estos últimos años, los investigadores en general, casi cualquiera que explore el genoma se da cuenta de que en esos espacios hay información. Y ahora estamos aprendiendo a reconocerla. Y a esa información se le llama, por ejemplo: microRNA(s), linkRNA(s), numerosos genes que no codifican proteínas sino moléculas reguladoras. Y en ese lado oscuro del genoma también hay notables diferencias entre especies próximas. Tomados en conjunto somos distintos.

 En el laboratorio del Profesor también se ha trabajado en la secuenciación del genoma de la rata y del ornitorrinco.

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Todo esto puede parecer raro pero la Ciencia persigue la curiosidad y el estudio de aspectos, en apariencia, lejanos, que nos informan de detalles cruciales de la evolución humana. No podemos entender nuestra propia evolución si no sabemos como han evolucionado aparentemente otros mamíferos, y especialmente los más lejanos a nosotros. Los que hace 160 millones de años que se separaron de nosotros, y si secuenciamos de los que más cerca estamos, entonces tenemos un mapa de la lógica molecular de la vida.

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*link imagen

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PROGERIA (del griego »geras», que es vejez) Y ÚLTIMAS SIGNIFICACIONES

Síndrome tan poco frecuente como devastador y quienes lo sufren en su forma más común, el síndrome de Hutchinson-Gilford, apenas disponen de veinte años de esperanza de vida. Progeria, por tanto, se denomina a la enfermedad del envejecimiento acelerado, congénita y caracterizada por la aparición precoz de síntomas asociados normalmente a edades avanzadas,  como: la osteoporosis, la pérdida de grasa subcutánea, la perdida de pelo o los fallos cardiovasculares.

*Doce nombres de científicos de la Universidad de Oviedo y del Instituto Universitario de Oncología de Asturias y del Instituto de Medicina Oncológica Molecular de Asturias, que han conseguido identificar una mutación genética, causante de una nueva forma de progeria, quizá una variante de la enfermedad en España, y el resultado de esa investigación lo acaba de publicar la revista americana de genética The American Journal of Humans Genetics:

José Puente, Victor Quesada, Fernando Osorio, Ruben Cabanillas, Juan Cardiñanos, Julia Fraile, Gonzalo Ordoñez, Diana Álvarez Puente, Ana Gutierrez Fernández, Mirian Fernández Fanjul, Nicolas Levi, Jose María Pérez Freije, y Carlos López-Otín

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María Blasco, Manuel Serrano, Margarita Salas, Carlos López-Otín

(mesa redonda)

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El estudio del envejecimiento durante muchos años pareció que estaba fuera del ámbito científico, y que quedaría más restringido a unas áreas, yo diría de menos profundidad en el estudio pero en unos años esto ha cambiado  radicalmente de imagen y científicos de diversas áreas en nuestro caso, y también en otros casos como el de Manuel Serrano y María Blasco del Instituto de Investigaciones oncológicas, nos hemos aproximado desde la oncología al estudio de las características moleculares del envejecimiento.

Entre el envejecimiento y el cáncer hay muchos paralelismos. Nosotros tenemos un número concreto de genes, alrededor de 20.000, y con esos nos las arreglamos para sobrevivir, y también son las dianas de las alteraciones que sufrimos en las enfermedades como el cáncer y también el envejecimiento. Por eso, estudiando unos procesos podemos extraer conclusiones de otros, y también por eso este tipo de envejecimiento acelerado suscita curiosidad, no sólo mediática sino científica, pese a su gran rareza porque tiene claves porque tiene claves para el envejecimiento normal. Algunos mecanismos asociados al envejecimiento se han descubierto estudiando a estos niños.

Yo siempre concibo la vida como una situación de máxima armonía molecular. Miles y miles de reacciones bioquímicas que de una manera absolutamente armonizada funciona en cada instante de vida, en cada organismo, por sencillo que éste sea. Y cuando este plan se corrompe, se estropea, se pierde la armonía y surge la enfermedad. Y hay muchos tipos de enfermedades, por supuesto, pero hay algunas, como éstas de la progeria, que surgen por un solo cambio, por una sola mutación entre los 3.000 millones de nucleótidos o unidades químicas que componen nuestro genoma.

En el ejemplo de este síndrome nuevo *(cuyo nombre propuesto por el Profesor, para nombrarlo,  es <<Síndrome de Nestor y Guillermo>>, y eso dice algo muy importante de él como persona), que abre una ventana al futuro,  empezamos estudiando el genoma completo.  Durante algunos años se han ido identificando genes alterados en enfermedades y, entre éstas, también los afectados en el síndrome Hutchinson-Gilford, que es el más frecuente en el envejecimiento prematuro pero si no había mutaciones o alteraciones en estos ya conocidos, ¿cómo saber dónde están los defectos que puedan causar  una enfermedad en otra persona? Pero por fin, la tecnología necesaria, para analizar el genoma completo de un individuo y compararlo con el de sus padres, en este caso, se desarrolló, y se pudo comprobar que es lo que había cambiado en ellos para desarrollar esta enfermedad y  que sus padres no padecen.

Nestor y Guillermo son dos personas extraordinarias, un ejemplo para nosotros y, yo creo, que deberían ser un ejemplo para la sociedad. Porque ambos, pese a que la vida les mostró, desde que nacieron, su cara más dura, en forma de una enfermedad devastadora, que les ha hecho distintos físicamente desde el principio y con graves alteraciones y daños en buena parte de su organismo, han sido capaces de seguir adelante y, sobre todo,  intentar recorrer muchos lugares para intentar averiguar cuales eran las causas de su enfermedad. Y vinieron ambos al laboratorio.

Nestor y Guillermo nacieron totalmente normales y a los dos años comenzaron las alteraciones en los huesos, osteoporosis, en la piel y en unos pocos años es como si para ellos hubiera transcurrido décadas. A los ocho años parece que se tengan ochenta. Interna y externamente. Esa es la realidad.

La diferencia entre  Nestor y Guillermo con otros enfermos de progeria es que en el momento en que se cumplen 15, 16 y 17 años la mayoría de estos afectados mueren y ellos siguen con su vida, y siguen sobre todo sin graves problemas cardiovasculares que son las que comprometen la vida de los niños con Hutchinson-Gilford; desde ese punto de vista, hay alguna diferencia clínica. Pero realmente no es sólo lo que se ve por fuera sino lo que se ve en el interior de las células, que les han hecho distintos y que el gen que está mutado en ellos era un gen desconocido, BANF1, en la medicina como causante de cualquier enfermedad; era un gen que tiene una función respecto al mantenimiento de la arquitectura de los núcleos celulares en los que se guarda el material genético, y ellos tienen una mutación en este gen y es lo que descompone su plan de vida.

Es la primera vez que se hace en España un estudio de estas características, y uno de los primeros en el mundo, porque esta tecnología, que lo permite, es muy reciente. Entonces se abre un camino. Ellos, Nestor y Guillermo, son absolutamente conscientes de que es difícil que se pueda encontrar una cura para su enfermedad; primero porque lleva muchos años de evolución y es difícil volver atrás los daños que han sufrido  en muchas partes de su organismo. Pero ellos, con su optimismo y su empuje, están muy orgullosos, primero por el avance de la medicina: es el descubrimiento de una enfermedad nueva, causado por el defecto de un gen del que no se había descrito ninguna asociación patológica pero además, en sus familias se ha podido diagnosticar quienes son los portadores de la enfermedad, aunque son sanos porque han heredado una de las copias defectuosas pero no las dos, que es lo que les ocurre a ellos, y también los que son absolutamente sanos, ni siquiera portadores de una de las dos copias mutantes del gen, y por tanto la enfermedad se acabó en ellos. Y esto es muy importante para las familias que tienen enfermedades, no sólo progeria. Sino enfermedades raras. Se puede acceder a lo que llamamos consejo genético. Y esto les permite tomar decisiones respecto a sus descendientes y a la manera en la que se transmiten las enfermedades. Así que en ese sentido esto es extraordinariamente positivo. Queda algo por hacer que es buscar algunas soluciones; ya se les han ofrecido medidas paliativas para algunos de los síntomas de su enfermedad. Pero hay que ir más allá y ese más allá pasa por los resultados de la investigación. Y en nuestro caso vamos a intentar, aunque sean sólo unos pocos pacientes en el mundo, por ejemplo, generar un ratón modificado genéticamente, que porte exactamente las mismas mutaciones que tienen ellos y a ver si logramos, con eso, generar un modelo vivo de su enfermedad, en el que podamos ensayar estrategias terapeuticas. Esto es lo primero que vamos a hacer ahora mismo.

Para la forma más frecuente de progeria en 2008 pudimos,  a través de un modelo animal de esta enfermedad, desarrollar una estratégia terapéutica, que ahora está en ensayo clínico en todo el mundo. De hecho, éste fue el inicio de esta historia, porque Nestor y Guillermo acudieron al laboratorio para saber si podían beneficiarse de este tratamiento y nosotros pensamos, seguro que sí, lo único que tenéis que tener las mutaciones en los genes correspondientes y, desafortunadamente, pues no las tenían, con lo cual no podían participar en el ensayo clínico. Exige que los defectos moleculares  sean aquellos a los que va dirigido el tratamiento, porque si no no tiene sentido. Y esto ya está en marcha desde hace más de un años; primero comenzó en Francia, el doctor Nicola Levi, un gran amigo mío, que es el coordinador; y después se inició en paralelo en Italia, y más recientemente en EEUU, y esto ha sido un motivo de gran orgullo para nuestro laboratorio, porque ha sido la demostración de que desde la investigación más básica se puede avanzar, primero en un estudio de células, después en estudios con animales, con modelos vivos de las enfermedades humanas; eso es importante e imprescindible hacerlo, y después llegar a la práctica clínica.

En España, a pesar de la difícil situación que plantea la crisis económica,  que también sucede en otros países, se ha hecho un esfuerzo para que la investigación no quede absolutamente frenada, y los investigadores, que practicamos la austeridad por sistema, intentamos buscar otras fuentes de financiación y otros mecanismos alternativos; no es fácil pero se lucha lo que se puede.

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José López Barneo, Santiago Rodríguez Córdoba, Carlos López-Otín, Margarita Salas

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El envejecimiento acelerado es un problema dramático para quien lo sufre y fascinante para quien lo observa. Y es como si de repente el reloj de la vida se acelera de una manera extraordinaria y empieza a ir tan rápido que casi se puede  seguir en directo  el envejecimiento de una persona o un animal.

Hace más de cien años que se describieron los primeros casos en pacientes y, desde entonces, también ha supuesto un foco de atención para la Ciencia. Ya que si existe algo  por  lo que casi cualquiera se siente preocupado es el saber si existirá alguna manera de vivir  un poco más y un poco mejor. Y una manera de estudiar esto es fijarnos en aquellos organismos que envejecen muy rápido cuando no deberían hacerlo.

Nosotros tuvimos la suerte, de estudiando un mecanismo de progresión del cáncer, descubrir un gen humano, que buscamos si existía en ratones, la mayoría de los genes humanos también existen en ratones, modificamos un ratón  genéticamente para tratar de adivinar cual era la función de ese gen y si con eso podíamos diseñar fármacos para tratar el cáncer, y observamos que esos ratones modificados genéticamente, con una mutación de ese gen, envejecían tan rápido, que en dos meses parecía que tenían dos años, y eso inspiró trabajos adicionales que llevaron a la conclusión de que, exactamente, esos mismos genes, que se habían descubierto en el laboratorio, también eran responsables de algunas de las  formas de envejecimiento acelerado más dramáticas. Y esto hace buena la conclusión de que una alteración mínima, un cambio en esos 3.000 millones de letras, caso una C por una T, en una posición de esas del lado oscuro del genoma, no codificante, altera drásticamente el plan de toda una vida.  Esto, claro, tiene una primera lectura que impresiona muchísimo pero adquiere una dimensión adicional cuando se comprende que esos mecanismos también acontecen durante el envejecimiento normal, sólo que muy despacio. Y nos ha permitido detectar los mecanismos moleculares de por qué se envejece. Y entonces, un pequeño grupo de la sociedad pasa a enseñarnos algo muy importante, universal, que nos afecta a todos. Y siempre recuerdo lo que decía Borges: <<Cualquier encuentro casual era una cita>>

Creo que un futuro aumentará nuestra esperanza de vida. Acerca de eso no tengo ninguna duda, cuando yo suelo tener dudas acerca de casi todo, de lo que veo y de lo que hacemos, y más de las posibilidades de opinar a largo plazo. Pero creo que la especie humana tiene potencial para vivir muchos más años y lo conseguirá.

Hace pocos años, un japonés, Shinya Yamanaka, comenzó a trabajar con células madre pluripotenciales inducidas que tienen la capacidad de volver atrás en el tiempo, y éste es uno de los cambios que dirijan la nueva forma de entender la vida. Están pasando muchas cosas y no nos damos cuenta de ellas, porque os estamos explicando las bases de una nueva revolución, una nueva visión de la biología y la mayor parte de la sociedad es ajena a este hecho.

En el laboratorio estudiamos los mecanismos de la progresión del cáncer. Siempre miramos hacia adelante. Queremos completar la primera unidad del paisaje del cáncer, que es definir en la leucemia linfática y en otros tumores o metástasis, conocer los daños más frecuentes y si son similares en distintos enfermos.  Así podremos definir terapéuticas para que la química va a jugar un papel decisivo en la construcción de un medicamento.

El cáncer es una enfermedad que nos ha acompañado siempre y  desde el principio de nuestra existencia como especie, y no sólo a nosotros, sino también a muchos otros animales. A casi cualquier organismo pluricelular. Cuando se gestó este gran avance en la historia natural, hace unos 700 o 800 millones de años, en el que se pasó de un mundo bacteriano que era inmortal, a un mundo pluricelular, que es nuestro mundo, el mundo de los mortales, perdimos muchas cosas y ganamos otras; por ejemplo, la comunicación. La comunicación celular, la solidaridad, estos conceptos se ganaron para vivir más y mejor y hacer muchas cosas, y entonces es cuando surgió el cáncer. Los dinosaurios también lo sufrían.

Y luego es una enfermedad que existe porque nuestro diseño molecular conlleva también debilidades que hace que suframos cáncer y lo tendremos siempre. Luego, si la esperanza de vida se prolonga, surgirá otra cosa, surgirán las enfermedades que están ocultas porque no sobrevivimos lo bastante para haber llegado a conocerlas… Pero el hombre ha encontrado siempre formas de atajarlo, y el cincuenta por ciento de los tumores ya se curan. Esto es un avance extraordinario. Hay otros que no se curan practicamente en ningún caso, para los que no hay soluciones. Y es en estos en los que se concentra la máxima atención. Y en ello falta aún mucho para que se puedan proporcionar respuestas concretas. Pero además seguirán apareciendo los tumores y viviremos más y también tendremos más oportunidad de desarrollar más tumores; luego, el equilibrio hay que alcanzarlo  en las posibilidades que tenemos a nuestra disposición, a través de la medicina regenerativa y otras formas de abordar la enfermedad. Pero seguiremos siendo vulnerables y no seremos inmortales.

El pensar que uno trabaja con moléculas puede parecerle a cualquiera, desde el exterior, que uno trabaja con un mundo inanimado pero es que las moléculas son la base de la vida, con lo cual uno puede entender muchas cosas si se hace las preguntas adecuadas y encuentra los experimentos que dan respuesta a esas preguntas. O la forma de hacerlas. Los experimentos muchas veces, la mayoría, fracasan pero a veces, muy pocas veces, se consiguen resultados.

El cáncer surge cuando nuestro material genético se daña, sufre una acumulación de daños; un sólo daño es prácticamente imposible que genere un tumor. Necesitamos una acumulación de daños en el genoma o en el epigenoma. En uno de los dos, y cuando se acumula todo esto tenemos daños. Una situación de estrés o angustia es poco probable que genere estos daños.  Sin embargo, las mutaciones sí que se generan muy fácilmente fumando, o con una exposición excesiva al sol o a las radiaciones, o debido a alteraciones hormonales importantes. Todo eso puede generar esas primeras alteraciones básicas, las mutaciones. Pero un estado negativo, dentro del organismo, puede ayudar a que esas células, que han iniciado el camino de la progresión del cáncer, lleguen a avanzar unos pasos más en esa ruta de la transformación maligna.

No entiendo que la gente conociendo estos hechos fume pero también soy consciente de la debilidad del ser humano. Lo que es innegable es que fumar es altamente perjudicial.

La sociedad civil nunca me ha fallado en Asturias, y mis estudiantes siempre me han estimulado. La investigación es muy absorbente y muy comprometida, es la única manera de hacerla, y el que no lo entiende así no es investigador. Y hay muchos investigadores  pero no todos son igualmente comprometidos. Respecto a las repercusiones… infinitas.

Por último, una profesión con futuro para la juventud será la de consejero genético y una de las pocas estrategias confirmadas para vivir  un poco más y un poco mejor, lo cual no significa la no alimentación, es la restricción calórica.

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FUENTES:

*imagen: Diario Aragonés

** Radio Exterior de España: Puntos de vista

*** Pepa Fernández

**** La Madriguera de Ramón J. Campo

**** Instituto  Universitario de Oncología

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Por último, cierto que yo he estado estudiando a Parménides, el precursor de la ontología, a través de los comentarios de esta entrada pero a partir de cierto momento… he continuado enlazando reportajes que a quien estos conocimientos del Pr. López-Otín le hayan resultado interesantes podrá continuar de alguna manera.

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También hay que mencionar que Carlos López-Otín, natural de Sabiñanigo (Alto Aragón) y catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Oviedo,  ha sido Premio Nacional de Investigación Ramón Y Cajal, por el descubrimiento y caracterización de proteasas, implicadas en diversos procesos fisiológicos y patológicos, especialmente en cáncer y envejecimiento, constituyendo el conjunto de sus trabajos el fundamento de un nuevo concepto biológico conocido como DEGRADOMA.

~ por María Camín en May 28, 2011.

47 respuestas to “»La vida se puede explicar en términos de moléculas. Somos genes que codifican proteínas». Pr. Carlos López-Otín”

  1. EL POEMA DEL SER de PARMÉNIDES DE ELEA (lamentablemente el texto del que yo me serví para esta lectura, hace unos días, no es el que te recomendaría a ti hoy y sin que ello contradiga que la experiencia me agradó).

    Te dirijo pues al libro POEMA DE PARMÉNIDES: Fragmentos y traducción textual

    COMIENZO DE LA LECCIÓN

    Mientras que en cada palabra de Heráclito se expresan el orgullo y la majestad de la verdad -de la verdad captada mediante la intuición, no de aquella que se alcanza con la escala de la cuerda lógica-; mientras con sibilino embeleso Heráclito contempla, pero no escudriña; conoce, pero no calcula, vemos en su contemporáneo Parménides, si lo comparamos con él, la imagen contrapuesta. Éste encarna también el tipo de un profeta de la verdad…

    *(y esto es el Pr. Nitzsche quien ha comenzado a explicárnoslo, un filósofo que enfocó su mente precisamente sobre los presocráticos, que considera a Platón como el primer filósofo sí pero de carácter híbrido, entendiendo que sobre la ‘Physis’ misma debíamos retornar a establecernos. Así que su Zaratustra, su personaje conceptual, ya hemos descubierto quién es, porque él mismo nos lo desentraña en este párrafo)*

  2. Parménides está hecho, por así decirlo, de hielo, no de fuego, y despide a su alrededor una luz gélida y punzante. Es muy probable que sólo ya muy avanzada su edad madura, Parménides tuviera un momento de abstracción absoluta, no turbada por realidad concreta alguna y absolutamente exangüe; ese momento -antigriego como ningún otro en los dos siglos de la época trágica -del cual surgió la doctrina del ser, se convirtió en la piedra miliar que limita su vida, que la dividió en dos períodos; a su vez, ese mismo momento sirvió también para escindir el pensamiento presocrático en dos partes, a la primera de ellas se la conoce como la época de Anaximandro, y a la segunda, precisamente como la época de Parménides.

  3. El período más antiguo dentro de la propia filosofía de Parménides lleva impreso todavía el rostro de Anaximandro; en tal período se desarrolla un sistema físico-filosófico surgido como respuesta a las preguntas que formulara dicho filósofo.

    Cuando Parménides concibió más tarde aquel gélido paroxismo de la abstracción al exponer la sencilla tesis acerca del ser y del no ser, provocó la destrucción de las numerosas doctrinas anteriores que él mismo había sostenido en su propio sistema. Sin embargo, parece no haber perdido por completo su amor paternal por la vigorosa y agraciada criatura de su juventud, de ahí que parezca ayudarse al decir:

    »Sólo existe una vía recta; pero si alguien desea seguir otra distinta, según mi antigua opinión, se hallará justificada a causa de su cualidad y de su consecuencia».

    Con esta escapatoria, Parménides se defiende al conceder un puesto amplio y digno a sus anteriores teorías de carácter físico incluso en su gran poema sobre la Naturaleza, el cual estaba destinado precisamente a proclamar el nuevo conocimiento como la única guía para conocer el camino de la verdad.

    Esta paternal consideración, mantenida incluso cuando a causa de ella pudiera deslizarse un error, no es sino un resto de sentimiento humano en el marco de una Naturaleza transformada en una máquina de pensar, absolutamente petrificada a causa de la inmovilidad lógica.

  4. Parménides, cuyo trato personal con Anaximandro no me parece inverosímil, cuya procedencia de la doctrina de Anaximandro no sólo me parece creíble, sino evidente, tuvo idéntica desconfianza respecto a la perfecta separación entre un mundo que sólo es un mundo que sólo deviene; se trata de la misma separación que había nutrido Heráclito, la misma que había conducido al rechazo del ser. Ambos filósofos buscaron una salida a aquella contraposición y separación de un orden doble del mundo. Aquel salto en lo indeterminable con el que Anaximandro se había sustraído de una vez por todas al reino del devenir y de sus cualidades, dadas empíricamente, no resultaba fácil para unas mentes de naturaleza tan autónoma como eran las de Heráclito y Parménides.

    En primer lugar, trataron de llegar lo más lejos posible y se guardaron el salto para el lugar en el que el pie ya no encontraba apoyo y donde ya no quedaba más remedio que saltar para evitar caerse.

    Ambos filósofos observaron repetidamente el mundo que Anaximandro había condenado casi melancólicamente y que declaró lugar de crimen e iniquidad a la vez que el lugar de expiación de las injusticias del devenir. En su contemplación de este mundo, Heráclito descubrió -como sabemos- qué orden tan admirable y qué regularidad y seguridad se revelaban en el devenir; de ahí dedujo que dicho devenir en cuanto tal no puede ser considerado simplemente como algo criminal o injusto.

    Una mirada muy diferente es la que vierte Parménides; éste compara las cualidades entre sí y cree descubrir que no todas son de la misma especie, homogéneas; y que cabría ordenarlas bajo dos rúbricas distintas. Si por ejemplo confrontaba luz y oscuridad, obtenía como resultado que la segunda cualidad no era, evidentemente, más que la negación de la primera; de este modo fue diferenciando las cualidades positivas de las negativas, llevado por una severa preocupación por reencontrar y clasificar aquellas antítesis fundamentales en el inmenso reino de la Naturaleza.

  5. El método de Parménides consistía en lo siguiente: tomaba un par de antítesis, por ejemplo, lo ligero y lo pesado, lo sutil y lo denso, lo activo y lo pasivo, y teniendo por por patrón el paradigma de la antítesis luz-oscuridad, clasificaba cada una de las cualidades elegidas como positiva si se correspondía con la luz, y como negativa si se respondía con la oscuridad. Si tomaba, por ejemplo, lo pesado y lo ligero, esto último quedaba en la parte de la luz, mientras que lo pesado en la parte de la oscuridad; de esta forma consideraba lo pesado como una simple negación de lo ligero, y esto, a su vez, como una cualidad positiva. De tal método emana ya una aptitud adversa y contraria a la evidencia de los sentidos y además un modo de proceder abstracto y lógico. En realidad, lo pesado no dejaba de imponerse a los sentidos como una cualidad positiva, más esto no parece que le impida a Parménides caracterizarlo como cualidad negativa. Del mismo modo caracterizó como negaciones a la tierra en oposición al fuego, a lo frío en oposición a lo caliente, a lo denso en oposición a lo femenino en oposición a lo masculino, a lo pasivo en oposición a lo activo. En efecto, ante su mirada nuestro mundo se divide en dos esferas separadas, la que abarca las cualidades positivas -de carácter luminoso, fogoso, ligero, sutil, activo, masculino- y aquellas otras cualidades negativas. Estas últimas denotan sólo la carencia, la ausencia de las positivas.

    Parménides describe la esfera en la que faltan dichas cualidades positivas como oscura, terrestre, fría, pesada, densa y, en general de carácter pasivo y femenino.

    Y en vez de las expresiones »positivo» y »negativo», utilizaba los términos »ser» y »no ser», llegando de esta forma a la tesis que, en oposición a Anaximandro, sostiene que este mundo nuestro contiene algo que »es’; y, por supuesto, también algo que »no es». Lo que »es» no debe buscarse fuera del mundo ni más allá de nuestro horizonte, sino ante nosotros y a nuestro alrededor; todo devenir contiene siempre algo que »es» y está constantemente en actividad.

  6. Con todo, a Parménides le quedaba aún por realizar la tarea de responder con precisión a la pregunta: »¿Qué es el devenir?». Y éste fue el momento en que tuvo que saltar para no caerse, aunque para naturalezas como la de Parménides, tal vez cada salto sea ya como una caída.

    En definitiva, aquí nos adentramos ya en la niebla, en la mística de las quialitates Occultae [cualidades ocultas]e, incluso, un tanto en la mitología. También Parménides, lo mismo que Heráclito, contemplo el devenir universal y el constante acontecer donde nada permanece; sólo halló explicación a aquella inestabilidad universal culpando de ella a lo que »no es».

    Y es que, ¿cómo podría ser culpable de la inestabilidad lo que »es», es y está siempre ahí y no podría surgir por su propio impulso de si mismo, ni tampoco puede aclarar el nacimiento. He ahí, pues, que tanto la muerte como el nacimiento haya que atribuirlos a la intervención de las cualidades negativas. El hecho de que aquello que nace posea un contenido y que lo perecedero lo pierda presupone que las cualidades positivas -esto es, justamente aquel contenido- participan, en cualquier caso, de ambos procesos. En una palabra, se obtiene el principio siguiente: ‘En el devenir son necesarios tanto el ser como el no ser; cuando ambos actúan conjuntamente, acontece el devenir>>.

    pero, ¿cómo pueden llegar a emparejarse lo positivo y lo negativo? ¿No deberían, en cambio, rehuirse el uno y el otro eternamente e impedir así la posibilidad de todo devenir? Aquí apela Parmenides a una qualitas Occulta, a una mística atracción mutua de los contrarios, gracias a la que se acercan y se atraen; materializa tal paradoja aplicándole el nombre de Afrodita y por medio de la atracción conocida empíricamente existente entre lo masculino y lo femenino.

    El poder de Afrodita es el causante de la unión de los contrarios, el que posibilita la unión del ser con el no ser. El deseo es lo que une a los elementos contrarios, que se odian, y los incita a la pugna; el resultado es un devenir. Si se satisface el deseo, el odio y el antagonismo íntimo separan de nuevo lo que »es» y lo que »no es», y en tal caso es cuando dice el hombre: »Tal cosa perece».

  7. Pero nadie puede manejar impunemente tan terribles abstracciones como estas de »lo que es» o »lo que no es»; la sangre se hiela poco a poco a su contacto. Hubo un día en que Parménides tuvo una idea singular que parece haber dejado sin valor a todas sus anteriores combinaciones, hasta el punto de que quiso deshacerse de ellas como quien se deshace de una bolsa llena de viejas monedas en desuso. Suele admitirse que fue una influencia externa y no la sola lógica interna proporcionada por conceptos tales como »ser» y »no ser» lo que contribuyó al descubrimiento de aquel día; esto es, se cree que algo de suma importancia fue la familiaridad de Parménides con la teología del viejo Jenófanes de Colofón, rapsoda (que en todo caso si parece haber inspirada con suma intensidad a los eléatas) que había viajado mucho y cantor de una divinización mística de la Naturaleza. Jenófanes tuvo una vida extraordinaria como poeta errante, y gracias a sus viajes se convirtió en un hombre sabio y, a su vez, digno de enseñar a los demás; era un hombre que sabía preguntar y narrar; de ahí que Heráclito lo contara entre los individuos de gran erudición y, sin duda, entre las naturalezas ‘históricas’, conforme al sentido que ya explicamos.

  8. De dónde le vino y cuándo le acometió a Jenófanes esa vena mística de »lo uno» y la eterna quietud, es algo que no se sabrá nunca; tal vez se trate aimplemente de la concepción de un anciano, convertido ya en sedentario, a quien después de la agitación de sus viajes y tras haber aprendido e investigado sin cesar, se le presenta en el alma el punto máximo y supremo representado en la visión de una paz divina, la visión de la permanencia de todas las cosas en el seno de una primigenia inquietud panteísta. Por otra parte, me parece puramente casual que precisamente en el mismo lugar, en Elea, vivieran juntos durante mucho tiempo dos hombres que tenían en mente una concepción de la unidad: no fundaron escuela alguna, ni tenían en común algo que hubieran podido aprender uno del otro y transmitirlo luego a otros discípulos. En efecto, el origen de la doctrina de la unidad es en uno muy distinta, casi contraria, al origen de la del otro; y si uno de ellos llegó a conocer la del otro, tuvo primero que traducirla a su propio lenguaje para poder comprenderla. En todo caso, es con dicha traducción como se pierde lo específico de la otra doctrina. Mientras que Parménides llega a concebir la unidad del ser únicamente por medio de una presunta concatenación lógica, trayéndola del concepto de ser y de no ser, Jenófanes es, en cambio, un místico religioso que con su unidad mística pertenece con toda propiedad al siglo VI a.C. Aunque no poseía una personalidad tan revolucionaria como la de Pitágoras, demostró con sus andanzas, lo mismo que éste, que poseía un impulso similar y una tendencia idéntica a hacer mejores a los hombres, a liberarlos y salvarlos. Jenófanes es un maestro ético, pero todavía varado en la escala de los rapsodas; en tiempos posteriores hubiera sido un sofista. En su valerosa condena de las costumbres y de los valores vigentes no tiene en Grecia quien se le compare: además, no se retiró en modo alguno a la soledad, como fue el caso de Heráclito y Platón, sino que se presentó ante un público al que criticó su jubilosa admiración por Homero, su apasionada propensión a los honores de los festivales gimnásticos, su culto a las piedras con forma humana, al que acusó y recriminó sus debilidades con cólera e ironía, aunque sin mostrar con ello el espíritu pugilístico de un Tersites (personaje de la guerra de Troya; se le caracteriza como cobarde y charlatán. Trató de amotinar a los griegos contra sus generales, de lo que le hizo desistir Odiseo propinándole un bastonazo).

  9. Con él, la libertad del individuo alcanzó su cima; y en el abandono casi ilimitado de todas las convenciones que lo caracteriza, se encuentra más cercano a Parménides que con aquella suprema unidad última, que había contemplado una vez en un estado momentáneo de intuición pura digno de aquel siglo; una ‘unidad’ que con el ‘ser único’ de Parménides acaso tenga en común algo de la expresión y las palabras, más, desde luego, no el origen.

  10. El estado en el que Parménides descubrió la doctrina del ser fue, evidentemente, un estado muy distinto. En aquel momento y en tal disposición o estado, examinó el efecto conjunto de las dos antítesis que poseía, cuyo deseo y cuyo odio constituían el mundo y el devenir; esto es, examinó tanto el ser como el no ser, las cualidades positivas y las cualidades negativas… y de súbito se quedó perplejo ante el concepto de las cualidades negativas, del no ser. ¿Podrá ser una cualidad lo que no es? O, preguntándolo de una manera más radical: ¿Es que acaso puede ser algo lo que no es?

    La única forma de conocimiento que intuimos inmediatamente, que concedemos sin condición alguna Y cuya negación equivale al absurdo es la tautología A=A. Pero justamente es esta tautología la que le grita despiadadamente: »¡Lo que no es, no es!» y »lo que es, es». De repente, Parménides sintió su vida sobrecargada por el peso de un terrible pecado lógico; sin pensarlo había estado admitiendo que, en efecto, »A» sería igual a »no A», lo cual, sólo podría fundamentar la absoluta perversidad del pensamiento. Por lo demás, cosa de la que es consciente, la mayoría de los hombres establece sus juicios con semejante perversidad: incluso él mismo participa de ciertos crímenes muy comunes contra la lógica. Pero el propio instante que lo inculpa de tal delito lo ilumina con la gloria de un descubrimiento: ahora posee ya un principio, ha encontrado la llave del secreto del mundo, lejos de todas las ilusiones quiméricas y engañosas de los hombres y ahora puede descender de la mano de aquella firme y terrible verdad tautológica más allá del ser, al abismo de las cosas.

  11. En el camino que lo conduce hacia allí se encuentra Heráclito: ¡Infeliz encuentro! Para Parménides, conocedor de la máxima importancia de la rígida separación entre ser y no ser, tenía que parecerle precisamente algo profundamente odioso el juego antinómico de Heráclito; una proposición como »nosotros somos, y al mismo tiempo no somos», »ser y no ser es lo mismo y a la vez no es lo mismo»; una proposición, como decimos, que enturbiaba y confundía de nuevo lo que él acababa de aclarar y establecer, no podía sino hacerle montar en cólera: »¡Fuera esos hombres que parecen tener dos cabezas y que, sin embargo, nada saben!»-exclamó. »Para ellos, todo fluye, todo está en el río, ¡también su pensamiento! Observan las cosas boquiabiertos, pero sin duda están tan ciegos como sordos puesto que de ese modo mezclan los contrarios!» La necedad de la masa, que glorificaba aquellas absurdas antinomias y las elogiaba y ensalzaba como la cima de toda sabiduría constituía para él una experiencia dolorosa e incomprensible.

    Entonces se sumergió en las gélidas aguas de sus temibles abstracciones. Aquello que es verdadero tiene que ser en un eterno presente; de eso no podría decirse: ni »fue» ni »será». Lo que es, no puede haber nacido, pues, ¿de dónde procedería? ¿De lo que no es? Pero esto no es nada, y por consiguiente tampoco de ahí puede surgir »algo». ¿Del ser? Éste no haría más que producirse a sí mismo. Otro tanto sucede con el perecer. Tan imposible es éste como el nacer y el devenir, como todo crecimiento o toda disminución. En general, es válido el principio: »todo aquello de lo que puede decirse »ha sido» o »será», no es; mientras que de lo que es, jamás podrá decirse no es»

    El ser es indivisible, y es que ¿dónde se hallaría, entonces, la segunda fuerza que sería necesaria para dividirlo? El ser es inmóvil, pues ¿hacia donde podría moverse? No puede ser ni infinitamente grande ni infinitamente pequeño ya que es algo perfecto y acabado, y algo acabado y perfecto al que se le atribuya la infinitud como un don es una contradicción. Así pues, el ser se encuentra como flotando; es limitado, perfecto y acabado, es inmóvil, aunque se mantiene en equilibrio; además es idéntico en su perfección en todos y cada uno de sus puntos, como una esfera. El ser no se ubica en espacio alguno, ya que, de darse algo así, para poder diferenciar y dividir unos de otros tendría que existir entre ellos algo que no fuera ser: una suposición que se anula a sí misma. Por lo tanto, lo único que existe, lo único verdadero, es la eterna unidad.

  12. Mas cuando Parménides volvía su mirada otra vez al mundo del devenir -cuya existencia ya había tratado él de comprender anteriormente por medio de un gran cúmulo de combinaciones muy significativas -se encolerizaba contra sus ojos, que sólo ven el devenir, y contra sus oídos, que únicamente lo oyen. »¡Mas no obedezcas a tus necios ojos» -así reza ahora su imperativo- ‘ni tampoco al eco de tus oídos, ni a la lengua; antes bien, examínalo todo con el poder de tu pensamiento!».

    Con esto lleva a cabo la primera crítica del aparato del conocimiento, crítica de todas formas importantísima, aunque luego ser revele insuficiente y fatal en sus consecuencias: con eso escindió limpiamente los sentidos de la facultad de pensar y abstraer como si se tratara de dos actividades dispares; incluso destruyó el intelecto como tal y alentó la tan errónea distinción entre »cuerpo» y »espíritu» que, sobre todo desde Platón, pende como una maldición sobre la filosofía

  13. Todas las percepciones de los sentidos, afirma Parménides, no engendran más que engaños, ilusiones; la mayor de sus falsedades consiste, precisamente, en que hacen creer que existe el no ser, en que transmiten la sensación de que también el devenir tiene un ser. Toda la pluralidad y el colorido del mundo que percibimos a través de nuestros sentidos, el cambio incesante de cualidades, el orden en que aparecen los fenómenos opuestos, todo es rechazado sin piedad, acusado de ser falso reflejo y vana ilusión; de todo eso no puede aprenderse nada; así, todo el afán y toda la fatiga que se invierten en el conocimiento de ese mundo nulo y mentiroso, no servido sino a través de la intuición de los sentidos, no es más que un puro despilfarro. Quien así juzga, de manera tan general como lo hizo Parménides, deja con ello de ser un investigador de la Naturaleza propiamente dicho; su interés por los fenómenos se marchita y en su interior se va gestando un odio provocado por la imposibilidad de no poder liberarse ni siquiera a sí mismo del eterno engaño de los sentidos. Sólo en las ampulosas y etéreas abstracciones, en las cuencas vacías de los conceptos más indeterminados residirá entonces la verdad, atrapada como en una tela de araña: junto a tal »verdad» se sienta ahora el filósofo también él exangüe, semejante a una abstracción e inmerso en un maremagno de fórmulas. Pero la araña desea la sangre de su presa, mientras que el filósofo parmenídeo, odia precisamente la sangre de la suya: repudia la sangre del conocimiento empírico por él inmolada.

  14. Y esto era un griego cuya vida florece más o menos justo en tiempos de la revolución jónica. Un griego de aquella época podía huir de la realidad multiforme y plena de riqueza como de un simple esquematismo fantasmagórico e ilusorio engendrado por la imaginación, acaso como Platón, en la región de las Ideas Eternas, en el taller del artesano del mundo, con el propósito de deleitarse la vista con las formas originarias de las cosas, inmaculadas e indestructibles, pero sí en la quietud mortal, en la gélida rigidez de ese concepto de »ser», un concepto vacío y que no dice nada.

    Nosotros nos guardaremos de interpretar un hecho tan extraordinario según falsas analogías. Esa huida no era un mero abandono, un escapar del mundo en el sentido de los filósofos de la India; no la animaba una convicción de profunda religiosidad acerca del dolor, la caducidad y la precariedad de la existencia; el griego no aspiraba a aquella meta suprema, al altísimo fin de la paz absoluta del ser, a esa inmersión mística en una representación estática y edulcorada que todo lo colma y que constituye un enigma y un escándalo para el hombre común. El pensamiento de Parménides no posee nada de ese misterioso enervante perfume indostánico del que quizá ni el pensamiento de Pitágoras ni el de Empédocles carecen en absoluto. Lo maravilloso de aquel acontecimiento, de aquella época es, precisamente, esa deformidad sin alma, inodora e incolora, esa enorme carencia de sangre, de religiosidad, de calor ético, esa abstracción y ese esquematismo… ¡en un griego! Sobre todo la terrible energía de esta aspiración, de este impulso hacia la certeza, en una época extremadamente versátil y fantástica, cuyo pensamiento era aún un pensamiento mítico. »¡Concededme una única certeza, oh, dioses!» -ésa parece ser la plegaria de Parménides- »¡Aunque sea sólo una tabla en medio del océano de la incertidumbre, lo suficientemente ancha como para tenderme sobre ella…! Quedaos vosotros con todo y dadme a mí únicamente esa simple, pobre y vacía certeza!»

  15. La filosofía de Parménides preludia ya el tema de la ontología. Jamás en parte alguna le ofreció la experiencia la existencia del »ser» tal y como él lo pensara; dedujo que tenía que existir únicamente por el hecho de poder pensarlo: una inferencia basada en el presupuesto de que poseemos un órgano del conocimiento que penetrara en la esencia de las cosas y que es independiente de la experiencia, la materia de nuestro pensamiento, según Parménides, no descansa en la intuición, sino que proviene de otro lugar cualquiera, de un mundo suprasensible al que podemos llegar directamente a través del pensamiento. Aristóteles, en cambio, alegó en contra de todas estas inferencias similares que la existencia [Existenz], el ser de las cosas [Dasein] jamás pertenece a la esencia. Precisamente por eso, es imposible deducir del concepto »ser», cuya esencia es tan solo el ser, una existencia del ser. La verdad lógica de esa antítesis entre »ser» y »no ser» es absolutamente vacía si no puede darse el objeto que descansa en su base, esto es, la intuición de la que, por medio, de la abstracción, se derivó; sin este regreso a la intuición, la verdad lógica no será más que un juego de representaciones que no conducirá al conocimiento de ninguna realidad, a ningún hecho fáctico, del cual, en suma, no se seguirá conocimiento alguno. Pues el simple y puro criterio de la verdad, tal y como enseña Kant, es decir, la concordancia de un conocimiento con las leyes universales y formales del entendimiento y de la razón, es, sin duda alguna, la conditio sine qua non [condición imprescindible], es decir, la condición negativa de toda verdad: más allá de esto no puede llegar la lógica, y el error, que no tiene que ver con la forma, sino con el contenido, tampoco puede descubrirlo la lógica mediante ninguna piedra de toque.

    En cuanto se busca el contenido de verdad lógica de la proposición »lo que es, es; lo que no es, no es», no existe realidad alguna que se adapte a tal antítesis específica. Puedo afirmar de un árbol: »Es», tanto como, si en comparación con otra serie de cosas diferentes, digo: »Será», si lo comparo consigo mismo pensando en otro momento temporal; y del mismo modo puedo afirmar »Todavía no es un árbol», mientras observo un arbusto.

    Las palabras son sólo símbolos de las relaciones recíprocas entre las cosas, y también de las cosas con respecto a nosotros, y jamás llegan a palpar la verdad absoluta. La misma palabra »ser» indica sólo la relación general que conjuga todas las cosas entre sí, y lo mismo sucede con la palabra »no ser». Mientras no se pruebe la existencia misma de las cosas, la relación recíproca de unas cosas con otras, lo que llamamos »ser» y »no ser», tampoco servirá para acercarnos ni un solo paso más a la tierra de la verdad. Mediante las palabras y los conceptos jamás llegaremos a mirar tras el muro de las relaciones, en algo así como algún fabuloso principio primordial de las cosas; y ni siquiera en las formas puras de la intuición y del entendimiento, en el tiempo, el espacio y la causalidad, obtendremos algo que se parezca a una veritas aeterna [vrdad eterna]

  16. Es absolutamente imposible para el sujeto ver y conocer cualquier cosa fuera de sí mismo; tan imposible que »conocer» y »ser» son las esferas más contradictorias que existen. Y si Parménides, dentro de la ingenua e inexperta crítica del conocimiento de aquella época, se permitió imaginar que podría arribarse a un ser-en-sí partiendo de un concepto eternamente subjetivo, hoy, en cambio despues de Kant, no es sino muestra de una desvergonzada ignorancia que todavía se pregone aquí y allá como tarea de la filosofía, sobre todo entre teólogos mal informados, »abarcar lo absoluto con la conciencia»; y esto, por lo general en la fórmula: »lo absoluto ya está presente, ¿cómo si no podría buscárselo?», como se ha expresado Hegel, con la variación de Beneke (catedrático antikantiano y antihegeliano): »El ser tiene que habérsenos dado de alguna manera; de alguna forma tenemos que poder alcanzarlo, pues si no ni siquiera poseeríamos su concepto». ¡El concepto de ser! ¡Cómo si este no revelase ya en la etimología su carácter miserable y empírico! Pues, »esse» sólo significa, en definitiva »respirar». Cuando el hombre usa esta palabra a propósito de otras cosas, no hace sino transferir la convicción propia de que él mismo es quien respira y vive por medio de una metáfora, esto es, por medio de algo carente de lógica, a las demás cosas, entendiendo la existencia de éstas asimismo como un respirar según la analogía humana. Enseguida, pues, se anula el significado original de la palabra, aunque siempre queda de él lo suficiente como para que el hombre se represente el ser de las demás cosas según su propia analogía, es decir, antropomórficamente, y en todo caso mediante transferencia ilógica. Todavía para el hombre, es decir, prescindiendo de aquella transferencia, la proposición »yo respiro, luego existe un ser», es del todo insuficiente: contra ella cabrá hacerse la misma objeción que debe hacerse contra el ambulo, ergo sum, o ergo est[»Ando luego existo», o »luego, es»]

  17. El otro concepto, de mayor contenido que el de »ser» y asimismo descubierto ya por Parménides, aunque éste no lo empleara con tanta habilidad como su discípulo Zenón, es el de »infinito». No puede existir algo infinito: puesto que de admitir tal suposición se obtendría el concepto completamente contradictorio de una infinitud finita. Como nuestra realidad, el mundo presente posee por todas partes del carácter de aquella infinitud completa y finita según su esencia; en su interior, pues, se manifiesta una contradicción con respecto al ámbito de la lógica y, por eso, dicha realidad no será más que ilusión, engaño, fantasma.

    Zenón, particularmente, se serviría del método de la demostración indirecta; así, por ejemplo, afirmó: »No puede existir movimiento alguno de un lugar a otro; pues si existiera, tendría que haber una infinitud finita, lo cual es imposible». En una carrera entre Aquiles y una tortuga, aquél no podría alcanzarla sólo con que ésta lleve una ventaja pequeña: en efecto pues sólo para alcanzar el punto desde el que partió la tortuga, Aquiles tendría que haber recorrido ya un número infinito de espacios; esto es, primero, la mitad de aquel espacio, luego, la cuarta parte, después, la octava, a continuación la dieciseisava, y así in infinitum. Pero como lo cierto es que el héroe alcanza efectivamente a la tortuga, no será tal suceso más que un fenómeno ilógico, en cualquier caso algo carente de verdad, algo no real, nada que posea un ser verdadero, sólo una ilusión; pues jamás será posible que alguna vez llegue a concluirse lo que es infinito. Otra forma muy popular de expresar la misma teoría es con el ejemplo de la saeta voladora y que al mismo tiempo permanece inmóvil. En cada instante de su curso, la saeta ocupa una posición, ocupa un espacio, y mientras lo ocupa, se halla en reposo. Más, ¿será la suma de esos infinitos estados de reposo igual a la del movimiento? ¿Acaso la quietud infinitamente repetida sería el movimiento, es decir, su propia contradicción? La infinitud se utilizará aquí como si se tratara del ácido nítrico de la realidad: esto es como si fuera el disolvente que la hace desaparecer. Si los conceptos tan sólidos, eternos, y algo »que es» -pues el ser es algo inseparable del pensar para Parménides-, si lo infinito jamás podrá llegar a ser algo acabado y la quietud jamás será movimiento, en ese caso, en realidad, la saeta no vuela en absoluto: no puede moverse en modo alguno de su posición ni de su reposo, ni tampoco habrá transcurrido ningún instante de tiempo desde su partida. O, para expresarlo de otra manera: en eso que se denomina »realidad», aunque, en verdad, sólo se trata de algo con pretensiones de serlo, no existe ni tiempo, ni espacio, ni movimiento. En definitiva, incluso la saeta misma no es sino una ilusión, un engaño y es que ella también proviene de la multiplicidad de ese mundo fantasmagórico producto de los sentidos, del reino de lo carente de unidad, de lo »no-uno». Admitiendo que la saeta tuviera un ser, éste sería, desde luego, inmóvil, atemporal, inconmovible, fijo y eterno…. ¡Una idea imposible! Admitiendo que el movimiento fuera algo verdaderamente real, entonces no podría ser sujeto de infinitas divisiones; el tiempo que necesitaría la flecha tendría que estar constituido por una cantidad finita de momentos temporales, cada uno de esos momentos tendría que ser un Atomon… ¡Una idea imposible! Todas nuestras representaciones conducen a contradicciones desde el momento en que su contenido sea algo que venga dado de forma empírica, extraído del mundo intuitivo, y se tome como veritas aeterna. Si existe un movimiento absoluto, entonces no existe un espacio; si existe un espacio absoluto, entonces no existe movimiento alguno; si existe un ser absoluto, entonces no existe la multiplicidad. Si hay una absoluta diversidad, entonces no existe una absoluta unidad. Por eso debe quedarnos muy claro cuán poco rozamos con esos conceptos el corazón de las cosas o cuán poco deshacemos los nudos de la realidad: mientras Parménides y Zenón, por el contrario, se afianzan en su convicción de la verdad y la validez universal de los conceptos, refutando el mundo intuitivo y considerándolo como la antítesis de esos conceptos veraces y universalmente válidos, como una objetivación de lo ilógico y lo contradictorio. Todas sus demostraciones, parte del presupuesto absolutamente indemostrable e inverosímil de que nuestra facultad conceptual constituye el criterio supremo y decisivo para distinguir el ser del no ser, esto es, para establecer la realidad objetiva y su contrario; tales conceptos no deben ser probados ni corregidos por la realidad -a pesar de que surgen de ella-, sino que, por el contrario, deben medir y juzgar la realidad e, incluso, condenarla en caso de contradicción lógica. Para poder atribuir a los conceptos esa capacidad de juzgar, Parménides tuvo que atribuirles también a ellos mismos el ser único que él había admitido en cuanto tal ser: desde entonces, tanto al pensamiento como a la esfera única, increada y perfecta que era el ser, no cabía ya entenderlas como dos especies distintas, divididas en el ser, puesto que ya no cabía permitirse la existencia de división alguna en el ser. Así llegó a constituirse necesariamente la audaz idea de declarar idénticos al ser y al pensar; ninguna forma de la intuición, ningún símbolo, ninguna metáfora podría acudir aquí en su ayuda; la idea era completamente inimaginable, pero era necesaria, y hasta solemnizaba con su carencia de la posibilidad de ser representada el más excelso triunfo sobre el mundo y las exigencias de los sentidos que fuera posible imaginar. El pensamiento y aquel ser redondo y liso como una bola, masa muerta e inerte por excelencia, tenían, según el imperativo parmenídeo y para susto de toda fantasía, que coincidir e identificarse por entero y ser uno y lo mismo. ¡Pero esta identidad cómplice de los sentidos! Pues bien, precisamente ésta es la garantía de que no proviene de ellos.

  18. Por lo demás, contra Parménides podían alegarse todavía un par de vigorosos argumentos ad hominen o ex consessis, mediante los que quizá no pudiera llegar a esclarecerse la verdad pero sí a demostrar la no verdad de aquella división absoluta entre el mundo de los sentidos y mundo de los conceptos, y asimismo de la identidad entre ser y pensamiento. Primero: si el pensamiento de la razón es real en los conceptos, también tienen que ser reales la pluralidad y el movimiento, puesto que el pensamiento racional es móvil y, por cierto, es éste un movimiento de concepto a concepto, es decir, dentro de un conjunto de una pluralidad de realidades. Contra esto no hay escapatoria alguna, es completamente imposible definir el pensamiento como algo permanente y fijo, como un pensarse-a-sí-mismo -eterno e inmóvil- de la unidad. Segundo: se de los sentidos sólo proviene engaño y apariencia, y si en verdad no existe más que la identidad real entre ser y pensamiento, ¿qué son entonces los sentidos mismos? En cualquier caso, también no otra cosa que apariencia, puesto que los sentidos no coinciden con el pensamiento, y su producto, el mundo sensible, no lo hace con el ser. Pero si los sentidos en sí mimos son apariencia, ¿para quién son apariencia? ¿Cómo pueden engañar aun siendo algo no-real? Lo que no es carece siquiera de la posibilidad de engañar. Así pues, el origen del engaño y la apariencia sigue siendo un enigma, una contradicción. Nosotros llamamos a estos argumentos ad hominen, el de la objeción de la razón en movimiento y el del origen de la apariencia. Del primero se seguiría la realidad del movimiento y la multiplicidad, y del segundo, la imposibilidad de la apariencia según la definición parmenídea; y esto siempre que se presuponga que la doctrina principal de Parménides sobre el ser se admita como fundada.

    Esta doctrina principal no dice otra cosa más que esto: sólo lo que es tiene un ser; el no ser, no es. Si el movimiento es un ser tal, entonces de él se diría aquello que es válido para el ser en general y en todos sus casos: que no deviene, que es eterno e indestructible, y que ni aumenta ni disminuye. Pero si con la ayuda de aquella pregunta acerca del origen de la apariencia se elimina de este mundo a la propia apariencia se elimina, a la ilusión, y de este modo se defiende de la condena parmenídea el escenario del así llamado devenir, del cambio, esto es, de nuestra polifacética e insaciable existencia, tan rica y variopinta, será necesario caracterizar a ese mundo del devenir y del cambio como una suma de tales entidades, dotadas a la vez de un ser verdadero y existente para toda la eternidad. Aunque, naturalmente, con esta hipótesis no cabe hablar en absoluto, en sentido riguroso, de un cambio y de un devenir. Pero ahora la multiplicidad posee un verdadero ser, todas las cualidades tiene un ser verdadero, y no menos el movimiento; y de cada momento de este mundo podría decirse -aun cuando tales momentos, elegidos al azar, estuvieran separados unos de otros pro milenios- que todas las entidades verdaderas contenidas en este mundo, sin excepción, existen simultáneamente, inmutables, íntegras, y sin aumentar ni disminuir. Un milenio después, este mundo es el mismo: nada se ha transformado. Más si en alguna ocasión el mundo se presenta enteramente distinto de como lo fue en otra, no se trata ahora de un engaño, ni siquiera de apariencia, sino de una consecuencia del movimiento eterno. Lo que verdaderamente es se mueve unas veces así y otras de distinta manera, uniéndose y separándose, se mueve hacia arriba y hacia abajo, o de manera imprecisa y confusa.

    LA FILOSOFÍA EN LA ÉPOCA TRÁGICA DE LOS GRIEGOS
    FRIEDRICH NIETZSCHE
    pp, 75 a 97. ‘El club Diógenes’. Editorial Valdemar.

    • *Este es uno de los textos de publicación póstuma a la muerte del Pr. Nietzsche. Pero fue escrito y con mucho entusiasmo durante los años en que el filósofo fue catedrático en Basilea. Lo suyo era la filología pero arrastraba a sus alumnos hacia la filosofía. Así eran sus clases. Lo que sucedió o lo que dio al traste con su entusiasmo… y por tanto, por lo que Nietzsche no se empeñó en llevar a cabo su edición… fue que hizo una lectura de todas estas páginas teóricas a su público más amado en aquel entonces, los Wagner, y la disertación de Nietzsche fue acogida, en sucesivas tardes, fríamente. Pero claro, este tipo de conocimiento no entraba en la línea de la defensa de la música de Wagner, y a Wagner, parece ser, lo que le había interesado desde el principio de Nietzsche era el hecho de que un filólogo lo acreditase ante el mundo, como innovador o renovador o genio. Freno su aplauso y Nietzsche comenzó a abrir los ojos, lo que no era para Wagner era alguien fundamental en las escalas del conocimiento, lo que era para Wagner era otro medio de alcanzar más fama y reconocimiento.


  19. Fragmento de la Grabacion del Seminario de filosofia antigua «Parmenides, venerable y temible»

  20. PARMÉNIDES DE ELEA

    Sólo sabemos que nació a finales del siglo VI en Elea, una ciudad itálica en donde llegó a formar una escuela y a tener importantes seguidores como Zenón.

    Su actitud ante la política también es opuesta a la de Heráclito, porque intervino en política y »legisló para sus compatriotas» (DK 28 A 1)


    EL POEMA DE PARMÉNIDES

    Parménides escribió en verso en hexámetros. Sus modelos literarios son Homero y Hesíodo. Sólo se conserva de él un poema de carácter épico-didáctico y con características mistéricas pues intenta, como en los misterios órficos, mostrar el camino a seguir al iniciado mediante una revelación. El poema consta de tres partes: un proemio, una primera parte o vía del ser y de la verdad y, por último, la vía de la apariencia o del no-ser.

    El proemio comienza relatando la forma alegórica como Parménides es conducido en un carro solar hasta una diosa anónima que le va a hacer una gran revelación. Se trata de un viaje iniciático que va de la noche al día, de la ignorancia al conocimiento. Una vez en presencia de la diosa esta le anuncia las posibilidades y riesgos:

    »Preciso es que te enteres de todo: tanto del corazón imperturbable de la verdad bien redonda como de las opiniones mortales en que no cabe creencia verdadera» (DK: 28 B 1)

    Hay dos vías, por un lado la vía del ser o de la verdad y, por otro, la del no-ser o de las creencias, que es una vía falsa. De este modo, el camino (hodós) alegoriza el (método) o camino de investigación que, una vez iniciado, tiene su propia pendiente, su propia necesidad.

    En el primero, la pendiente que te arrastra es la necesidad lógica que se identifica con la realidad ontológica. En el segundo, la pendiente que te empuja es la de la apariencia que también tiene su propia necesidad al menos para el no iniciado.

    • VÍA DEL SER Y VÍA DE LA VERDAD

      Llegados a este punto la diosa le hace la gran revelación:

      »Ea pues, yo te diré (y métete el relato al oírlo), que únicos caminos de búsqueda hay que pensar, el uno el de que es (éstin) y no es posible que no sea, es ruta de Persuasión, pues acompaña a Verdad: el otro, el que no es y que es preciso que no sea, éste te aseguro que es sendero totalmente inescrutable. Y es que no podrías conocer lo que no es (pues no es alcanzable) ni lo podrías expresar» (DK 28 B 2)

      Muestra una falsa disyunción, o un camino u otro, pero como el segundo es impracticable sólo nos queda uno. ¿Y qué camino es ese? El de que »es». Y ¿qué es? Se trata de un problema lingüístico. En la actualidad el verbo ser tiene dos funciones muy claras. Una función verbal, como verbo copulativo, como cuando decimos: »el árbol es alto». Y una función nominal o existencial, como cuando decimos »El ser es el todo», aquí ser funciona como sujeto. Lo que nos revela el poema es que el verbo ser puede usarse de forma nominal que no se hacía hasta entonces. Ahora ya podemos responder a esta pregunta: ¿qué es? El ser es.

      El verbo puede funcionar como sujeto de ese »es». Y esto lo recibe Parménides como una revelación lingüística que no como un razonamiento. Ahora bien, las consecuencias son más que lingüísticas, habrá consecuencias lógicas, epistemológicas y, sobre todo, ontológicas que harán que la filosofía eleática caiga en el más absoluto y rígido monismo.

      La revelación es una revelación tautológica »El ser es y el no-ser, no es».

      De este primer principio podemos partir para deducir todo lo demás. Deducir, por ejemplo, que »lo que cabe concebir y lo que cabe que sea son la misma cosa» (DK 28 B 3). Esto no quiere decir que sí yo pienso en un centauro éste tiene que existir, sino más bien todo lo contrario, que sólo si existe, yo puedo percatarme de él y, por tanto, pensarlo. Lo que no es (real, lógico) ni siquiera puede ser pensado, todo pensamiento es de algo. El verbo »noeîn», pensar en griego, no significa lo que para nosotros, su significado se acerca más al de ver o percatarse de algo.

      La revelación resulta aparentemente inocente, ahora bien, es el momento en que decimos que algo es, ya no podemos decir que fue o que será, también estamos diciendo que no es. El ser y el no ser son absolutos. Las consecuencias lógicas y ontológicas con terribles. El devenir es imposible. Si supongo que las cosas devienen estoy diciendo que todavía no son, y que, por lo tanto, llegan a ser desde el no ser, lo cual es imposible. El camino del ser y del (verdadero) pensamiento es el mismo, el otro camino es el de las apariencias, el de los sentidos, el del no ser.

      Su filosofía iba en contra de la de Heráclito que mantenía la contradicción, los opuestos, pero mantener esto es mantener algo ilógico, lo que es y, a la vez, lo que no es. Esto le pasa a Heráclito por confiar en los sentidos. No se puede ir contra la lógica. Y la idea heraclítea del fluir constante es insostenible lógicamente porque considerar que una cosa cambia es considerar que llega a ser lo que no es. El movimiento es imposible, por muy bien que lo apreciemos por nuestros sentidos.

      Después de que el iniciado ha sido partícipe de la revelación pide »sémata», señales. La revelación sólo nos ha dicho que el ser es, pero no nos ha dicho cómo es. Sus atributos habrá que deducirlos lógicamente de la tautología inicial:

      Es eterno, es decir, inengendrado e imperecedero. Si así no fuese tendría un origen y un fin, pero ¿de dónde podría haber surgido y en qué habría acabado si el no ser no es? No puede haber un »arkhé» del ser.

      El ser es uno, no hay pluralidad porque entre un ser y otro no habría no-ser, lo cual es tan ilusorio como imposible.

      Es continuo e indivisible, a pesar de que nuestros sentidos nos informan de que existe pluralidad de cosas que cambian, la realidad no puede ser así.

      Debemos abandonar la confianza en los sentidos y seguir los dictados de la razón.

      Es indivisible porque si admito la división estoy admitiendo el vacío que aparece en medio de la partición.

      Como no hay no-ser el vacío es imposible.

      También hay grados, el ser es homogéneo, no hay más ser aquí que allí.

      Es inmóvil pues si no existe el vacío, ¿cómo va a ver movimiento? Igualmente si no existe lo que no es, no existe cambio. Cuando una cosa cambia deja de ser lo que era, y eso es imposible. Por último, curiosamente, es finito y limitado. Pero la idea de límite (peíratos) la usa en el sentido de ser »per-fecto», es decir, acabado.

    • VÍA DEL NO-SER O DE LAS OPINIONES DE LOS MORTALES

      »En este punto -dice la diosa- ceso el discurso y pensamientos fidedignos en torno a la verdad. Aprende desde ahora mortales opiniones, oyendo el orden engañoso de mis frases». (DK 28 B 8)

      Es decir, empieza la vía del no-ser. Pero ¿por qué se habría tomado la molestia Parménides de recorrerla a pesar de haber dicho ya que es impracticable. Es más, ¿cómo se llega a ella si es la vía del no ser, y el no ser es imposible? Dialécticamente, es decir, negándola.

      Las cosas del mundo que se nos presentan como apariencias son necesarias para que negándolas, podamos llegar a ser, la verdadera realidad. Parménides va en contra de los milesios y de Heráclito.

      De la vía del no-ser no se puede decir más que no es, otra tautología, las apariencias sólo existen en apariencia.

      El primer intento de dar consistencia al no ser lo llevará a cabo Demócrito pero mantendrá que el vacío es tan real como los átomos (ser). Pero habrá que esperar a Platón para que el mundo de las apariencias deje de pertenecer al no ser absoluto. Ya no habrá dos sino tres estados respecto al saber, entre el conocimiento más elevado y la ignorancia más absoluta estará la opinión, la »dóxa». Para Parménides no existe esa tercera vía, pues pertenecería a la vía del no ser.


      LA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA, PP 45-46.

      Editorial Eikasia

  21. Parménides de Elea

  22. LA LECCIÓN DE ANTONIO ESCOHOTADO

    Parménides de Elea (540-470), fundador de la escuela elática, fue un hombre reverenciado por sus contemporáneos —«majestuoso y terrible» le llama Sócrates en un diálogo platónico—, que redactó la constitución de su ciudad y se formó en el pitagorismo. Dejó escrito un Poema (Peri physeos) del que se conservan bastantes fragmentos, y fue el padre de la ontología, que más tarde se llamará «filosofía primera» y luego —por un simple accidente, al que aludiremos en su momento— «metafísica».

    El punto de partida de Parménides es la verdad, que en griego se dice alétheia, contrapuesta a la opinión irreflexiva (doxa). La verdad exige borrar toda pereza e inercia, y preguntarse con rigor qué significa es. Digamos entonces que significa «existe», «hay». Una cosa es significa: se da tal cosa. ¿Dice algo de tal cosa el que la haya, se dé o exista? Parménides contesta sin vacilar: sólo si A es, A es A. La lengua humana tiene un verbo que aplicado a las cosas las presenta como identidades (o cosas dotadas de «esencia»), aunque los humanos no perciban el secreto de la physis que con esto se está revelando. Como identidades o esencias aparecen los objetos del mundo, y la identidad de todas esas identidades se encuentra en el es; antes de ser grande o pequeña, bella o grotesca, blanca o marrón, la casa es casa, y sólo este sí mismo (autó) permite atribuirle luego cualesquiera determinaciones.

    Observemos, sin embargo, que lo donante de identidad aparece todavía como mera cópula o verbo transitivo. ¿Y si lo vemos en su fundamentalidad, como lo que es? Parménides vuelve a responder con presteza: nos hallaremos en el núcleo de la verdad. Lo que hay, existe o se da es ser, y «ser» constituye la identidad absoluta supuesta por la existencia en general.

    Como el matemático deduciría un teorema, Parménides deduce uno a uno los atributos o predicados del «ser» a partir del principio de identidad: «ser es; no-ser no es» (Fr. 2). Si ser es —y para Parménides no hay forma de esquivarlo— habremos descubierto no un dios sino mucho más que cualquier dios, un absoluto positivo como el intuido por Anaximandro (ápeiron), aunque en vez de ilimitado puro límite, «identidad» perfecta. Lo que se ha puesto de relieve es una esencia universal. Simplemente siendo le corresponden como propiedades inevitables las de «uno», «continuo», «inmóvil», «cerrado» y «lleno».

    Este es «el corazón sin temblor de la redonda verdad» (Fr. 1). Nuestra experiencia nos tiene acostumbrados a lo múltiple, discontinuo, móvil y vacío, al nacimiento y a la muerte, pero para Parménides esa experiencia es el mundo de la opinión engañosa, que al prescindir de la identidad camina a ciegas por una dimensión de pura nada, revestida con el disfraz de realidad.

    «Lo mismo es pensar y aquello por lo cual
    hay pensamiento. Pues sin el ser donde él se dice
    no encontrarás el pensar.
    Nada hay ni habrá fuera del ser, porque el destino
    lo encadenó a ser entero y sin movimiento.
    Es así puro nombre todo cuanto los mortales
    han instituido como verdad: nacer y perecer,
    ser y no ser, cambiar de lugar y brillo.»

    El rechazo lógico del mundo de los sentidos en Parménides se corresponde con el repudio ético hacia ese mundo en los círculos órfico-pitagóricos. También es acorde con el rechazo pitagórico del infinito real presentar al Uno y Mismo ocupando un lugar de extensión finita en un tiempo infinito.

    Pero lo básico del Poema, al menos en su asimilación ulterior, es haber planteado con máxima generalidad y nitidez la cuestión del ser y el pensamiento. El ser podrá decirse de varias maneras (naturaleza, materia, objetividad), y lo mismo acontece con el pensamiento (presentado como razón, forma, subjetividad), pero es condición de verdad que ambas dimensiones coincidan. En otras palabras, no habrá cosa verdadera que no sea unidad de ser y pensamiento. Estas abismales consideraciones inauguran el terreno ontológico del saber, que es una amalgama de lógica y teología.

    • Los discípulos de Parménides fueron casi tan ilustres pensadores como él, y se esforzaron por mostrar la unidad de ser y pensamiento exponiendo los absurdos a que conduce cualquier devenir.

      Dice la tradición que Zenón de Elea murió resistiendo a un tirano, tras cortarse la lengua con los dientes y escupírsela cuando éste le torturaba para obtener el nombre de otros conjurados. La truculencia de este episodio, quizá sólo legendario, sugiere un carácter de fortaleza infinita, y precisamente sobre lo infinito dejará dichas cosas inmortales. Sus proposiciones (logoi) sobre el movimiento, conocidas habitualmente como «paradojas» o «aporías», obligan a atribuirle la invención de la dialéctica, y son los primeros conceptos críticos sobre el espacio y el tiempo. El ejemplo de Aquiles que no alcanza a la tortuga, o la flecha que vuela estando quieta, son más conocidos que uno de los pocos conservados textualmente:

      «Un móvil no se mueve ni en el lugar en que se encuentra ni en el que no se encuentra» (Fr. 4).

      Aunque Aristóteles creyó haber refutado estos logoi, los problemas matemáticos sólo se consideraron resueltos al descubrirse el cálculo infinitesimal. Esto último constituye un malentendido, pues el cálculo nada añade ni quita a la agudeza de Zenón. Con todo, está en lo cierto Eugenio d’Ors —en su tesis doctoral Las aporías de Zenón de Elea y la noción moderna del espacio-tiempo— cuando sostiene que el problema de fondo sólo se mitigó al descartarse la idea tradicional de un espacio y un tiempo separados, merced a la teoría einsteiniana de la relatividad general.

      Con el paso de los años, las aporías servirán de punto de partida y modelo para la escuela escéptica, aunque aquellos escépticos hiciesen hincapié más bien en una separación de ser y pensamiento, exaltando el poder de la inteligencia sobre cualquier materialidad.

      Meliso de Samos nació en la misma isla que Pitágoras unos cien años después. Como almirante de la flota insular logró derrotar a Pericles, cosa que le granjeó mala prensa en Atenas, y ya senecto escribió un libro llamado Sobre la naturaleza o sobre lo que es. Esta naturaleza (physis) se contempla como «uno, continuo, inmóvil, lleno», en la línea descrita por Parménides, aunque con un atributo nuevo —la ilimitación espacial— que algunos comentaristas (como Aristóteles) juzgaron inconsecuente con lo demás de la construcción.

      Aplicado a probar la eternidad e indestructibilidad del Uno, Meliso llegó a una definición singularmente rotunda: lo que es ha de estar lleno; si está lleno no se mueve, y «si se diese una pluralidad de cosas seria necesario que fuesen tales como digo que es la unidad» (Fr. 30).

      Pr. Escohotado.

  23. «Filo-psicología» parte 2 – Parménides y Sócrates

  24. Una versión más precisa del Poema del Ser en este enlace.
    La que me he preparado para mañana encarar en el cuaderno VII.
    Lo mismo que en el VIII encaré a Heráclito.
    Y encarándolos los comprendo mejor.
    Recomiendo el método, procurarse una visión desde la propia narrativa.

  25. Conferencia Sobre Epigenética 2009 – Dr. Celnikier

    • Bueno, aquí matices:

      El Dr. Celnikier no es biólogo molecular. Es psiquiatra clínico, psicoterapeuta y va introducir términos, sí, como el medio ambiente pero también va a hablar de las creencias y del biosímbolo y la importancia cultural y del arte en el proceso.

      Como éste es un espacio que se mueve en esta dimensión pero también en la dimensión del pensamiento, yo agradecería que se tuviera en cuenta que escucharlo debe ser: plantearnos lo que se nos está explicando y reflexionar acerca de ello y del cambio que esta »incertidumbre», »conjetura», puede suponer en nuestras vidas. No asumir que se nos está revelando una verdad, sino qué pueda haber de verdad en ello y cómo si lo considero cierto yo, tú, él, podemos incorporar, esta base, a nuestra mentalidad porque nos sea propicio o benéfico.

      Una escucha y se plantea dudas al mismo tiempo que escucha. Pero abre lo suficiente su mente para no negar o afirmar desde el principio; eso está ahí y voy a investigarlo; cosa que con el Profesor López-Otín no sucede. Porque él se está centrando no en las creencias, pienso que no, sino en la verdad. Lo que es es. La existencia es el predicado previo. Sin ese predicado es imposible establecer ningún otro.

      Desde el principio de esta entrada hemos hablado de dos vías. Hay que tener en cuenta que con Parménides se »implanta» la ontología, la ciencia del ser. Claro que yo tampoco soy nadie para decidir por ti, lo que tú debes creer o pensar. Si que escuches, porque la información es relevante para modificarnos a nosotros mismos.

  26. Control epigenético. Clase impartida por Mónica Lamas

    http://www.youtube.com/watch?v=rLfSAQgnbkg
    (abrir una nueva pestaña y visualizar en youtube)

    http://www.youtube.com/watch?v=B0kqlio3Eig
    (abrir una nueva pestaña y visualizar en youtube)

    http://www.youtube.com/watch?v=v3_rNqF4zh8
    (abrir una nueva pestaña y visualizar en youtube)

    http://www.youtube.com/watch?v=uFXSNdPI974
    (abrir una nueva pestaña y visualizar en youtube)

  27. DOCUMENTAL BBC – EPIGENÉTICA

    http://www.youtube.com/watch?v=SYZYc0RPhqc
    (abrir una nueva pestaña y visualizar en youtube)


    (abrir una nueva pestaña y visualizar en youtube)

  28. El fantasma en tus Genes GENOMA HUMANO Epigenética y La herencia genética

    http://www.youtube.com/watch?v=6f35R64VfjM
    (abrir una nueva pestaña y visualizar en youtube)

  29. Intervención de María Antonia Blasco el 23-07-2009 en la UIMP, Durante la Escuela Biología Molecular dirigido por Margarita Salas.

  30. Intervención de Manuel Serrano el 23-07-2009 en la UIMP, Durante la Escuela Biología Molecular dirigido por Margarita Salas.

  31. Mesa Redonda_Intervención de Francisco José Ayala, Carlos López Otín y Margarita Salas 20-07-2009 en la UIMP, dentro de la Escuela Biología Molecular dirigido por Margarita Salas.


  32. Escuela de Biología Molecular-UIMP Santander 2009

  33. […] PARMÉNIDES DE ELEA (520 – — A. C.) […]

  34. […] PARMÉNIDES DE ELEA (520 – — A. C.) […]

  35. […] PARMÉNIDES DE ELEA (520 – — A. C.) […]

  36. […] PARMÉNIDES DE ELEA (520 – — A. C.) […]

  37. […] GENÓMICA […]

  38. […] La vida se puede explicar en términos de moléculas. Somos genes que codifican proteínas- junio 2, […]

  39. FELICIATACIONES me ha encantado este Blog y solo un palabra mas: GRACIAS
    Susana t.

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